jueves, 19 de agosto de 2010

En este lugar del departamento de Antioquia no hay ni grandes centros comerciales ni museos modernos, sino mar, rio y  volcán, entrelazados por el espectáculo de las majestuosas puestas de sol que pueden observarse en el horizonte del océano atlántico.


Las palmeras abundan,
los hombres andan sin camisa,
y los pájaros no cantan, se ríen.
Los atardeceres son más dramáticos, la tierra es más café y las estrellas
-quién sabe cómo- parecen estar más cerca.


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